Saturday, August 16, 2008

MIAMI

El Miami de lo que va de ayer a hoy.

Desde un asilo de ancianos- que aquí le dicen Nursing Home - nos envía un veterano colega periodista un artículo que él califica como su última nota de opinión . Nos pide que la publiquemos, pero sin su verdadera firma porque no quiere irse para el otro mundo con mas enemigos que los que ya en su larga y polémica vida se buscó. Titula su artículo “El Miami que con el tiempo se fue al carajo”. Y dice así:
Primero quiero aclarar que “Carajo” no es una mala palabra. Según la real Academia de la lengua, “Carajo” era el nombre que se le puso al espacio ubicado en la parte más alta de los mástiles de las antiguas carabelas españolas. Era una especie de canasta, que servía como puesto de observación, desde el cual los vigías oteaban el horizonte en busca de naves enemigas, puntos de ubicación o lugares hasta donde querían llegar. Por otro lado, los marinos de aquellas épocas, asociaban al mástil y dicha canastilla, con el órgano sexual masculino”
Pero Carajo no es en sí una mala palabra, por lo que yo la utilizo aquí en el más castizo de los sentidos. Y ahora a lo mío.
“Me voy definitivamente de Miami. Pero no para otra lugar del mundo, sino para el mas allá, donde habitan los Duendes. Y sé que voy a extrañar a Miami, pero no al Miami de hoy, sino a aquel Miami de antaño, de cuando llegue a esta ciudad allá por los años 50 del siglo pasado. ¿Y porque a ese Miami, se preguntaran mis lectores? Pues razones tengo para ello.
Era el Miami en que El Herald en ingles se compraba en las esquinas tirando las monedas en una cajita sin que nadie le robara el dinero a los ancianos vendedores de periódicos. Era el Miami en que los choferes respetaban las reglas del tránsito y los policías respetaban a los ciudadanos.
En el que los transeúntes no cruzaban las calles a mediados de cuadra. Cuando no había vagos discutiendo en las esquinas hasta altas horas de la noche o sobándose los testículos al pasar de las mujeres. El Miami de cuando su automóvil Ud. podía dejarlo abierto en Biscayune Boulevard con una camarita fotográfica adentro y nadie se la robaba. Era el Miami con la gasolina a 17 centavos el galón, cuando un carro de uso, un “transportation” se compraba por 50 dólares. Cuando la libra de pollo costaba 9 centavos y un cafecito tres kilitos . Era el Miami donde la gente hablaba bajito, sin griterías ni escándalos, cuando no se mataban las personas por una banal discusión de transito, ni había robos a tutiplén. Cuando una hamburguesa costaba 5 centavos en un Royal Casttle y una casa la vendían por 5 mil dólares con cien de entrada y nada más.
Ni había traficantes de drogas ni contrabandistas de inmigrantes ilegales ni estafas al Medicare ni políticos corruptos como los de la Cuba de ayer ni vulgares ladrones posando de honorables caballeros en la crónica social.
Era el Miami en que mi entierro me hubiera costado entonces 300 dólares, lo que hoy me cuesta quince mil. En fin que me voy de este mundo añorando el Miami de ayer, porque lo que es el de hoy, que se vaya al carajo, que aquí en este no vale la pena vivir”.
Le anticipo mis gracias señor Duende por la publicación de esta nota que es la última que pienso escribir. En el cementerio lo veo, que yo también quiero tener como Ud. una tumba fría para reposar en paz. De Ud. Atentamente: Don Luis Mejía a quien alevosamente Don Juan Tenorio mató.
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