Thursday, June 12, 2008

BOLIVIA

Guaraníes del Chaco boliviano
***Esclavos en pleno siglo XXI*
[image: Esclavos en pleno siglo XXI] Por trabajos forzados de más de docehoras diarias, las mujeres ganan la mitad que los hombres, y los niños y losancianos por lo general no ganan nada. (Foto: Abi)*****Más de mil familias viven esclavizadas en el Chaco, Bolivia. Los indígenas,entre ellos ancianos y niños, trabajan más de doce horas diarias sin recibirpago alguno. La situación es vista con preocupación por la ComisiónInteramericana de Derechos Humanos. *Históricamente a nivel mundial, la problemática de la esclavitud y laservidumbre, se supone, es un asunto resuelto hace varios siglos. Pero enBolivia el problema está más vigente que nunca.En el Chaco boliviano, que abarca los sureños departamentos de Chuquisaca,Tarija y Santa Cruz, desde hace varias décadas, cientos de familiasguaraníes que residen en esta región, viven bajo un sistema de servidumbre ysemiesclavitud basado en la sobreexplotación de la fuerza de trabajofamiliar.Estas personas, pertenecientes a las llamadas comunidades cautivas, realizanen haciendas trabajos forzados por más de doce horas diarias, sin pagoalguno o acceso a derechos básicos como la educación, la sanidad, lalibertad de movimiento y a la propiedad de la tierra.La comunidad guaraní, la tercera más numerosa de los pueblos indígenas deBolivia, actualmente cuenta con una población de 170 mil personas, de lascuales más de mil familias viven empadronadas en situación de esclavitud porhacendados de las provincias Luis Calvo y Hernando Siles, de Chuquisaca;Gran Chaco y O'Connor, de Tarija, y en la cordillera en el Alto Parapetí, enSanta Cruz."Es una vergüenza que en la Bolivia del siglo XXI siga existiendo laesclavitud", opina el Capitán Grande del Consejo de Capitanes Guaraníes deChuquisaca, Efraín Balderas, al lamentar que todavía existan comunidadescautivas de su pueblo en al menos cinco provincias de tres departamentos delpaís altiplánico y que en su conjunto abarcan a 15 municipios.Balderas, alto y de tez morena, es un líder indígena que hasta suadolescencia trabajó como peón en una de las haciendas chuquisaqueñas bajoun régimen de explotación laboral. Pero que tuvo la suerte de estudiar yconseguir a través de la educación esa libertad que cientos de familias desu pueblo aún anhelan.La situación de los guaraníes en el sur de Bolivia es vista con preocupaciónpor organismos internacionales como la Comisión Interamericana de DerechosHumanos (CIDH), la Organización de Estados Americanos (OEA) y OrganizacionesNo Gubernamentales (ONG).La realidadLa cifra concreta del número de guaraníes en el Chaco boliviano es diversa,y lo es más la de aquellos que están en situación de esclavitud. Lo ciertoes que, sin duda, sus vidas son muy precarias y las relaciones laborales conlos dueños de las haciendas en las que trabajan, aún en contra de suvoluntad, son poco claras ya que los pagos en su mayoría se hacen en especiey no en dinero, con cuentas que se transmitían de generación en generación.Estos indígenas y sus familias trabajan más de doce horas diarias sinrecibir salario, sino retribuciones irregulares en especie.Rogelio Molina, empleado de la hacienda Iguembito, ubicada en el municipiode Huacareta, en la provincia Hernando Siles del departamento de Chuquisaca,cuenta que tiene "treinta y tres años" trabajando "para Federico Reynaga(propietario), como mi padre trabajó para el padre del hacendado".*Con el tiempo el mundo de los niños es igual al de los adultos. Pero lomás asombroso, es que muchos terratenientes se llevan a las niñas a partirde 7 años a las ciudades y las hacen regresar a la propiedad con hijos paraque también trabajen para ellos, según denunció Justo Molina, presidente delConsejo de Capitanes de Chuquisaca, quien defiende los derechos de losguaraníes. *En este tiempo, Rogelio comenzó ganando tres bolivianos (0,3 dólares) comovaquero o cuidador de ganado vacuno. Para mantener a sus 13 hijos lograbauna renta de 200 ó 150 bolivianos (cerca de 20 dólares al mes): "Medescontaba lo que sacábamos arrocito, eso anotaba", dice, y recuerda que laslabores domésticas realizadas por su esposa en la hacienda nunca merecieronreconocimiento alguno. "Ni un centavo, nunca le han pagado".Los llamados "ajustes" son el resultado de la suma en la que se consignanítems como "adelantos" o "pedidos" de víveres para comer, que por lo generalarrojan cifras rojas para los empleados guaraníes, por lo que terminan condeudas en lugar de ganancias.Y es que los términos laborales que se conocen obedecen a "arreglos" por unpago jornal incomprensiblemente saldado una vez al año. Situación que nosólo varía de acuerdo con la hacienda, sino de acuerdo con condiciones degénero y etarias: las mujeres ganan la mitad que los hombres, y los niños ylos ancianos la mayor parte de las veces no ganan nada.Fortunato Silva y Victoria Méndez, padres de ocho hijos, por su partereciben por sus faenas uno o dos kilos de arroz en la hacienda de CrispínPérez, también ubicada en Huacareta.En Chuquisaca, donde hay más casos de guaraníes esclavizados, asombrosamentese reproduce una situación que se creía desaparecida. Y es que hay reportesde que los trabajadores reciben latigazos si no cumplen con su tarea. Sibien esto no es generalizado, existen casos documentados con vídeos que síocurren.Algunos "cautivos", incluso, duermen en galpones y no pueden salir de lahacienda. "Los patrones prohiben que las familias que viven en sus haciendasse comuniquen con organismos y les coartan la educación o las condicionessanitarias mínimas", denunció Justo Molina, presidente del Consejo deCapitanes de Chuquisaca , quien denunció la "violación de los derechoshumanos" que viven numerosas personas de su comunidad y explicó que el 90por ciento de esta población es analfabeta.Precisamente, el analfabetismo es la principal causa del sometimiento de loshacendados sobre los indígenas guaraníes, ya que, al no saber leer niescribir, no sólo están impedidos de acceder al conocimiento e informaciónsobre sus derechos, sino que tampoco pueden ejercer ningún control sobre suscuentas y libros de deudas que son llevados por los patrones.Al analfabetismo se suma el desconocimiento de sus derechos que les asiste yno les permite deliberar con el patrón sus condiciones laborales, ni ningunaotra situación que les afecte.Las condiciones precarias de trabajo y —por consiguiente— de vida defamilias guaraníes sometidas a una situación laboral signada históricamentepor el abuso y por la marca de la servidumbre y el patronazgo, que las hahecho cautivas en su propia tierra, son prácticas aún vivas en el Chacoboliviano, como si el tiempo, y la modernidad, nunca hubiera pasado por esastierras.*Esclavos desde la infancia** *La esclavitud en el Chaco también se extiende a los niños. Las niñascomienzan como domésticas en las haciendas y luego se quedan como cocineras,mientras que los varones inician como mozos de mano, es decir, realizanmandados menores para los hacendados y luego, de grandes, trabajan latierra. En la mayoría de los casos, no reciben pagos por sus trabajos.La "crianza" de los niños implica el inicio temprano de la faena en lashaciendas, como Virginia Parare, hija de trabajadores de la propiedadIguembito, en Chuquisaca, quien comenzó de niña como doméstica y a los 15años se volvió cocinera.Un ejemplo más evidente es el de Rosi Silva, empleada de la haciendaVoyguazú, de Juan Ortiz; ella y su hermano menor fueron "cedidos al patrón":"Mi mamá nos ha entregado a los dos, mi hermano se ha quedado con el patróny tiene 12 años". Al ser consultada sobre si desean salir de la haciendacomento, con un aire de desesperanza, que "él también –al igual que ella–quiere salir pero no lo dejan, él quiere estudiar".Y es que la escuela está prohibida para estos infantes, así como salir delas haciendas.La situación jurídica de los niños y menores de edad es incierta, puesmuchos se encuentran sujetos a los patrones mediante inciertos nexos depadrinazgo.En muchos casos, los guaraníes se dirigen al hacendado como "papi" o "mami",y muchos de ellos, según estudios ejecutados por el despacho de Justicia,llevan el apellido de los patrones."Yo les he criado, su papá y mamá han muerto, y se han quedado connosotros", explica Humberto López, propietario de la hacienda El Vilcar,quien aseguroo que ésa es la razón de que tenga una familia de guaraníes asu servicio.Las relaciones de servidumbre se difuminan con las relaciones de parentesco:"Ya me he acostumbrado a ellos (a los patrones) como papá, como mamá, comoabuelitos", comentó Eriberta Montes. "Aquí nomás me quedaré con losabuelitos hasta que se mueran", añadió resignada la guaraní que creció en lahacienda y que ahora tiene seis hijos, que tal vez sean otro eslabón más queperpetúe el trabajo de su madre y sus abuelos.Sin embargo, la amabilidad del trato entre empleador y empleado tienelímites concretos, cuando se ve el lugar donde Eriberta y sus pequeñosduermen: en un patio trasero de la hacienda donde los cueros de oveja lessirven de camas.Con el tiempo el mundo de los niños es igual al de los adultos. Pero lo másasombroso, es que muchos terratenientes se llevan a las niñas a partir de 7años a las ciudades y las hacen regresar a la propiedad con hijos para quetambién trabajen para ellos, según denunció Justo Molina.Naimi Núñez------------------------TOMADO DE TELESUR* www.UDP-unidaddelpueblo.blogspot.com<http://udp-unidaddelpueblo.blogspot.com/>

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