Tuesday, October 09, 2007

10/09/2007


El susurro diabólico a George W. Bush“Una nación de borregos merece un gobierno lobo”. —Edward R. Murrow, periodista norteamericano.


Algo está pasando con los consejos que su Dios, de acuerdo a las confesiones de George Bush, le susurra al oído y en cuyo hombro llora el presidente frecuentemente para aliviar su pena por el sufrimiento del mundo. Pero parece que es un poder oscuro el que le aconsejó a Bush a vetar la ley SCHIP (State Chidren State Insurance Program) respaldada por congresistas demócratas y republicanos, que ampliaba la cobertura médica para unos cuatro millones de niños.
Esta medida hubiera aumentado el costo del seguro médico en 35 mil millones de dólares en los próximos cinco años y hubiera protegido a niños, cuyos padres ganan más de 20,000 dólares al año, cantidad requerida para recibir el Medicaid, pero no suficiente para comprar un seguro médico privado que costaría en promedio unos 1,000 dólares al mes por cada niño.
Cuando los demócratas propusieron esto, el presidente declaró indignado que esos políticos “hacen peligrar la salud de los niños norteamericanos mandándome esta ley SCHIP”. Como es usual y sin inmutarse, Bush revertió la situación y se autoproclamó cínicamente el “defensor acérrimo de la salud infantil norteamericana” cuando en verdad les niega el acceso a la salud. Lo que no le gustó a Bush era que los fondos adicionales para el SCHIP tenían que salir del incremento de 61 centavos del precio de la cajetilla de cigarrillos, como un impuesto federal.
Esta medida fue calificada por el presidente como “injusticia social”. Su secretaria de prensa, Dana Perino, siguiendo la “lógica compasiva” de su jefe, explicó que “el nuevo impuesto al tabaco sería irresponsable porque afectaría drásticamente el presupuesto de los pobres que son los mayores consumidores de cigarrillos y esto afectaría la salud de sus niños”. Lo que no dijo este filósofo cantinflesco, que a diario insulta la inteligencia de su país y del mundo, es que el impuesto hubiera hecho disminuir las ganancias de las corporaciones tabacaleras, las mismas que le aportaron millones en su campaña electoral.
El mismo grito en contra dieron las corporaciones proveedoras del seguro médico que presionan al presidente para que no permita el sistema de “medicina socializada” al estilo canadiense, europeo y cubano. (Si quieren saber más de esto vean la película “Sicko” de Michael Moore). Bush y su gobierno detestan en términos ideológicos el sistema de “medicina socializada” (subvencionada por el Estado) pero lo gozan en práctica sin que nadie lo sepa. Tanto el presidente, vicepresidente, miembros de su gobierno y del congreso al igual que sus esposas, hijos y familiares, todos están cubiertos por el seguro médico federal, lo que significa “seguro médico socializado”.
Ellos gozan de este seguro, pero lo están negando, no solamente a la mayoría de los 43 millones de personas sin ningún seguro médico, sino al futuro de su país: los niños. En su afán desmesurado de enriquecimiento que actúa como propulsor de nuevas guerras, ni siquiera piensan que para sus futuras hazañas bélicas necesitarán nuevos soldados que ahora son niños y cuya salud debieran cuidar.
El dinero ofusca el pensamiento de Bush y sus halcones, anulándoles lo humano. Actualmente el gobierno gasta 500,000 dólares al minuto para someter a Irak y Afganistán. Estas guerras absurdas superan el gasto total en un millón de millones de dólares, y llora porque no puede encontrar 35 mil millones de dólares para dar seguro médico a unos 4 millones de niños. Si calculamos que el índice de la pobreza de niños en Estados Unidos es 21 por ciento, de acuerdo a los datos de UNICEF que está cercano al de México (24%), podremos imaginar el futuro que se avecina.
¿Pero a quién le importa todo esto?. Los medios callan, y ni los afectados salen a protestar. La semana pasada mientras Bush firmaba el decreto aumentando el gasto para la guerra en el Medio Oriente en 189 mil millones de dólares para 2008, rechazó categóricamente la propuesta del Congreso de aumentar la ayuda a los veteranos de guerra, educación, mejoramiento de estructura, incluyendo carreteras y puentes y reconstrucción de la zona afectada por el huracán Katrina. Dijo: “no podemos gastar 22 mil millones para los norteamericanos porque necesitamos 200 mil millones de dólares para la guerra en Irak”.
En verdad os digo, el Dios de Bush es diabólico.
Vicky.pelaez@eldiariony.com

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